martes, 25 de octubre de 2011

E I



Hay cosas que M no soporta. Hay cosas que entran en su cabeza y se convierten en obsesión. Le rebienta cada vez que sus dedos van más rápidos que su cerebro y sueltan cosas que no deberían, o que no son el momento, o que no... va, qué más da. Sólo hace falta que vuelva a abrir la boca en el momento, el lugar y con la persona menos indicada para que empiecen a salir a la luz cositas que no... que no interesan. Por eso, porque no es el momento, o eso dice ella. Al igual que cuando mira al infinito y se pone el pelo bien. Eso tampoco interesa. No interesan tantas cosas que ha llegado a ese punto de la relación con su otro yo en el que ya no sabe cuándo le toca salir o entrar. Ahora toca M de esta manera, ahora de la otra... Qué horror. Tú también sabes que es un horror, ¿no? Sí, hombre. Aquellos casos en los que tienes dos cosas que decir a la vez y debes decidirte por una, y sea cual sea, siempre te quedas a medias. Cuando le hablas sólo al cielo y a la tierra no, o al revés. No importa. Es todo tan horrible que ya no importa. M, mantente al frente. Intenta tocar con las puntas de los dedos de las manos una cosa, y con las puntas de los dedos de los pies otras. Si te mantienes en equilibrio, lo conseguirás. Pero recuerda que el equilibrio es imposible, y que tarde o temprano caerás o te elevarás. Sí cariño, el equilibrio es imposible.